El fotógrafo de la moto.
Por Ruben Loetti
Hasta hace unos pocos días atrás, los vecinos
de Paso de los Libres veían pasar a un
señor conduciendo una pequeña moto Garelli de color verde. Se trataba de Luis
Horacio Medina, profesional de los flashes (un fotógrafo), uno más de los
personajes que enriquecen la historia del pueblo.
Claro, este nombre figura en
su D.N.I, pero en la memoria popular de los libreños, está registrado con el
sobrenombre “Kiko”. Un día se retiró de la práctica de los fogonazos, porque
una tomografía computada, había detectado ciertas dolencias, que aconsejaron
parar “la moto” y darle descanso al corazón.
Hoy ya no forma parte del paisaje
del lugar, pero detrás de su figura transitando en su pequeño vehículo de dos
ruedas, quedaron girando tantas vivencias, que con ellas bien se podría
escribir un libro repleto de sentidos recuerdos.
Su carrera comenzó en la
antigua casa “Fotos Brasília”, de Carlos Jorge Montenegro, negocio ubicado en
calle Madariaga, casi esquina Los Ciento Ocho, haciendo cruz con la sede de la
Policía de la Provincia. Allí “Kiko”, aprendió el oficio, y su debut tuvo lugar
una noche de carnaval en uno de aquellos célebres corsos en calle Colón, de
mediados de la década del ´60. Para el fotógrafo fue un día inolvidable, ya que
en medio de serpentinas, papel picado y chorros de lanza perfume, bailó,
fotografió, y hasta se dio un tiempo, para perder su cámara marca Seiko.
Después la recuperó, pero su primer día de trabajo, fue realmente muy
traumático.
Volvió al estudio de su patrón con las manos vacías, los negativos
velados y un montón de excusas que nadie le creyó. Pero quien le quitaba lo
bailado, detrás de su querida comparsa Kismét.
El tiempo fue pasando y pasando,
y “Kiko” Medina se afirmó en la profesión de los fogonazos. Su patrón, el
recordado Carlos Jorge Montenegro, se fue de este mundo, pero le dejó la
cultura del trabajo y de las revelaciones en blanco y negro.
En su andar por
este ambiente de chispazos y destellos, captó imágenes que perdurarán y algún
día serán consideradas una reliquia. “Kiko” inmortalizó hechos dignos de
recordar, pero también momentos especiales para olvidar. En cada flash que
disparaba, perpetuaba una historia que el fotógrafo la sentía como propia, y
retornaba a su hogar, con un “algo” haciéndole cosquilla en el pecho.
Por dar
un ejemplo: en una oportunidad, un vecino ensilló su caballo, y acompañado de
sus dos perros, se fue al campo a trabajar. Como no retornaba, sus familiares
denunciaron su desaparición, por lo que la policía requirió los servicio de
“Kiko” para ir a buscarlo, y retratarlo, si era necesario para la causa.
Encontraron al paisano, pero sin vida, como consecuencia de un ataque. La foto
que tomó “Kiko”, explicaba todo con solo verla: junto al cuerpo muerto de su
dueño, estaba parado su caballito. Los dos perros amigos, lo acompañaban
echados, como formando una guardia de honor. Eso se llama fidelidad.
En otras
oportunidades, este fotógrafo tuvo la suerte de eternizar buenos momentos, como
las que se dan en la primera comunión de una niña, en la emoción de una novia,
en el orgullo de un alumno abanderado, en el lucimiento de un gaucho desfilando
en fiestas patrias. Como también de retratar hechos luctuosos, como el cuadro
tétrico de un ahorcado, de una vivienda convertida en cenizas o de un vehículo
salpicado con sangre, después de un accidente.
En su taller de fotografías, las
paredes enviaban mensajes inequívocos de su forma de pensar y de amar. El
escudo de Boca Juniors y el del Club Guaraní, marcaban con sus colores el grado
de sus pasiones. Con orgullo, “Kiko” manifestaba que él pertenecía a aquella
camada de colegas, que el tiempo se los había llevado. Como ser; Muzzio, Soto,
Sosa, Ponce, Mellone, Brodo, Guadalupe, Fenero y la querida gorda “Erimuk”.
¿Los recuerdan?.. Ellos son parte de Libres, y son los responsables de que a
través de las fotos en blanco y negro que nos legaron, hoy los libreños
disimulemos alguna lágrima de nostalgia por el tiempo que se fue y ya nunca
volverá.
Aquel personaje que todos veían pasar con una cámara de fotos al
hombro, conduciendo una pequeña moto Garelli de color verde; un 24 de febrero
de 2.009 cuando el sol nacía, se embarcó en un viaje al más allá, quizás para
encontrarse con su amigo incondicional Carlitos Gatti. Pero no se fue del todo,
porque permanecerá en el corazón de Teresa, su mujer; María Alejandra y Ana
María, sus hijas, y en el tesoro mayor que Dios le dio en vida: sus nietos
Anita, Cristian, Otavio y Camila. Se llamó Luis Horacio Medina, pero fue más
conocido por el sobrenombre “Kiko”. El ya cumplió con su destino; formó parte
del paisaje del pueblo, y quedó insertado en la memoria popular de los vecinos.
Su imagen quizás no esté reflejada en muchas fotografías. (Siempre estuvo del
“otro lado de la cámara”), sin embargo, con su apasionante trabajo, legó a Paso
de los Libres albúmenes que atesoran reliquias, que enriquecen la historia
pueblerina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario